15 de marzo de 2006

Evidente crisis del sector agrario, en una situación de carencia de una verdadera política agrariaProblemas con los cítricos: precios irrisorios, cosechas que se quedan en los árboles y compras “a comercializar”  crean un bucle terriblemente dañino para los agricultores de la comunidad. Es una evidencia la situación de crisis en la que está instalado el sector agrario de la Comunidad Valenciana, situación que no responde a un hecho coyuntural, muy al contrario, es el resultado del total abandono y carencia de una verdadera política agraria, actitud que han mantenido los diferentes responsables de la Conselleria de Agricultura desde 1995.

La situación límite del campo valenciano se viene agravando día a día, ya que a unas cosas se suman otras. La campaña actual de los cítricos lleva de cabeza a los productores, ya que las diferencias de precios entre origen y destino continúan aumentando, dejando a los agricultores con unos precios irrisorios, que no llegan a cubrir los gastos de producción. A esto hay que sumar que algunas cosechas de cítricos se están quedando forzosamente en los árboles y el sistema de compra, que en muchos de los casos se centra en la fórmula “a comercializar”, no da garantías ni permite la financiación necesaria. Todo ello crea un bucle terriblemente dañino, por todas las partes, que lleva al campo de la Comunidad Valenciana a la falta de viabilidad de las explotaciones agrarias.

La variedad Clemenules se ha quedado en el último tramo de recolección sin precio, y, como consecuencia, cerca de un 8% está sin recolectar, y no se llegará a comercializar, pero, además, el agricultor tiene que recogerlas, para no producir procesos de transmisión de plagas y enfermedades y para homogeneizar el ciclo de crecimiento del árbol. Lo que supone pérdidas sobre pérdidas.

Las otras variedades de híbridos, Ortanique y Fortuna, se están comprando a comercializar, y como en casi todos los casos les darán lo que sea. Las naranjas sin completar la recolección, como las Lane Late y Valencia Late, si se compran se hace a 400 pesetas la arroba, eso sí, las pocas operaciones que se hacen y la mayor parte con la fórmula de “a comercializar”, llegando el caso de que se están volviendo hacia atrás en operaciones pactadas con precios más elevados.

La situación de un agricultor que en octubre empezara  a cosechar y terminara en diciembre es la siguiente: llevó la cosecha, le entregaron un tique con el peso y la categoría y esperan que a finales de abril o primeros de mayo pueda cobrar algo. Mientras tanto, sin ninguno ingreso de la cosecha, debe realizar nuevos desembolsos para la próxima: seguros, abonos, tratamientos, poda y limpieza. En resumen, gastos en insumos, en cuidados y en producción sin haber cobrado por sus productos.

Esta situación hace peligrar la supervivencia de las pequeñas y medianas explotaciones citrícolas valencianas, y, mientras tanto, a pesar de las propuestas públicas y privadas, la Administración no mueve pieza, intenta pasar sin mojarse hasta las próximas elecciones, y desconocemos los motivos que pudieran justificar la falta de apoyo y el total abandono por su parte.

Esta  organización continuará su campaña de movilización informativa para denunciar la situación y reclamar el apoyo necesario; pero, en estos momentos, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA-PV) quiere recalcar que, después de venir denunciado esta situación irregular desde hace años y proponiendo alternativas viables para solucionar el problema, mucho más intensas en los últimos meses, se ve obligada a dar un nuevo paso más,  a exigir al Conseller de Agricultura que tome decisiones, que no ignore las problemáticas existentes, que aporte ideas y recursos reales, y que escuche a las organizaciones agrarias que hemos hecho públicas medidas suficientes para solventar la problemática de precios de productos agrarios.